1883 - Llamas mi nombre
Me llamas por mi nombre, me despiertas,
tal vez me resucitas. No sabría
decir si era de barro, si dormía,
o si era sombra de canciones muertas.
Me habitaba el silencio en las desiertas
angosturas del alma, donde ardía
tenue llama, velada, casi fría,
recinto sin ventanas y sin puertas.
La mano que juzgué de gentileza,
se cubrió de repente de aspereza,
y entre mis muros me dejó encerrado.
Pero tu voz, súbito ariete, estalla
cuarteando baluartes y muralla;
llamas mi nombre, quedo rescatado.
Los Angeles, 16 de junio de 2008