1884 - Recuerdos
Cuando se pierden los recuerdos, todo
cuanto nos dio la vida se evapora,
cual si una ráfaga aniquiladora
sumergiera perfiles en el lodo.
Nos hacemos llanura en cierto modo,
sin relieve o silueta. Cada hora
es neutral, ni se ríe ni se llora,
nuestro nombre no es nombre, es un apodo.
Miramos, pero no reconocemos,
y las vivencias nuevas que tenemos
huérfanas son de padre, sin memoria.
Será trivial lo que el cerebro olvida,
mas el alma que sangra por la herida,
si cicatriza, perderá su gloria.
Los Angeles, 16 de junio de 2008