1890 - Manuscritos
Ven, mujer, que la sed me martiriza,
la sed de ti, sin nombre, sin historia,
casi sin estrenar, como la gloria
que al punto de llegar nos eterniza.
Persigo eternidad. Tanta ceniza
acumulé de fuegos y de euforia,
de rutinas de puerta giratoria,
que en nada mi alma se revitaliza.
Te llamo en ansias de renacimiento;
por la borda lancé mi cargamento
de falsos triunfos y ásperas derrotas.
En blanco estoy, y a transcribir te invito,
en blanco tú, serás mi manuscrito,
plenos ambos de imágenes y notas.
Los Angeles, 18 de junio de 2008