1891 - Ángel y fiera
Se me acercó al umbral del alma, blanda
como el desmayo de una virgen, llena
de hambres horizontales, su melena,
tropel de alondras que clamor desbanda.
Toda ofrenda, sin prisa, sin demanda,
provocativa y a la vez serena;
su voz, sensual zumbido de colmena,
y en sus ojos la miel. En la baranda
de los míos quedóse, tan vibrante,
tan plácida, tan densa…, tan amante,
como esperando un signo sugerente.
Y lo vio. No sé cuál, ni en qué manera;
me besó, la besé, y ángel y fiera
triunfó en mi piel y me absorbió la mente.
Los Angeles, 20 de junio de 2008