1902 - Sueños
Despiértame del sueño que me diste,
sueño de plomo, de ataúd, de arcilla,
no es sueño evocador, es pesadilla
en que confusamente te dormiste.
Ah, tu sueño en mi sueño. No hay más triste
ni más atroz quimera. Por la orilla
de la noche transita una cuadrilla
de dudas, a que el alma se resiste.
Dormida estás en mi dormir, inerte,
y no sé si, al momento en que despierte,
inmóvil te veré o despertarás.
Tal vez ni tú lo estás ni estoy dormido;
tal vez miro sin verte, ya te has ido,
pero sigo soñando que aún estás.
Los Angeles, 3 de julio de 2008