1951 - Invisible
Tan mía, sin llegar a conocerte,
compañera de lecho sin presencia,
tu silencio es enfática elocuencia,
y en tus entrañas mi ansiedad se vierte.
Oh tactos invisibles que, sin verte,
te dan más realidad, más pertenencia,
que otras sombras de ayer, cuya existencia
oscila ya entre oscuridad y muerte.
Bajo la lluvia voy, por un paisaje
que es tuyo y mío. Te hablo en el lenguaje
de los amantes que jamás se han visto.
Abro el paraguas y hacia mí te estrecho,
escucho los latidos de tu pecho,
y alcanzo a comprender para qué existo.
Los Angeles, 29 de agosto de 2008