1952 - Una noche
Una vez, ya por ti quizá olvidada,
forjamos una noche a nuestro modo,
tal como Dios nos engendró del lodo
al filo de la sexta madrugada.
Hubo esperanza y fe; luego, truncada
y hundida la ilusión, lo vimos todo
como si nuestra vida en el recodo
del camino quedara sepultada.
Expulsados de nuestro paraíso,
y en nómadas trocados de improviso,
cada cual eligió su propia senda.
Ahora yo miro atrás, a lo que fuimos,
y me parece que cuanto vivimos,
más que acontecimiento, fue leyenda.
Los Angeles, 7 de septiembre de 2008