1980 - Desintegración (I)
Estaba triste la mujer, nublada
como una primavera silenciosa
sin luz y sin color, como la esposa
casi al pie del altar abandonada.
Independiente al fin, pero cansada.
Su amor prohibido, llama luminosa
en la contienda amarga, dolorosa,
palidecía en esta encrucijada.
Lo sopesaba menos relevante,
más con sabor de amigo que de amante,
rémora ya lo que era fortaleza.
Tantas opciones nuevas le ofrecía
la vida libre a la que amanecía…
¿por qué, cómo, de dónde su tristeza?
Los Angeles, 9 de noviembre de 2008