201 - Magdalena
“Y he aquí que llegó una mujer pecadora que
había en la ciudad, la cual...se puso detrás de
El, junto a sus pies, llorando, y comenzó
a bañar con lágrimas sus pies y los enjugaba
con los cabellos de su cabeza, y besaba sus
pies y los ungía con el ungüento”.
(Lucas 7: 37-38)
Amé a los hombres tanto, a todos ellos,
y tanto fue su amor, aunque tan breve...
El beso de éstos fue aleteo leve,
remolino absorbente fue el de aquéllos.
Si una mano se enreda en mis cabellos,
otra bajo mi túnica se atreve,
y a cada amante dejo que me lleve
ya sea en deferencia o atropellos.
Y yo me doy, tentada y tentadora...
¿Me doy? Me dí; ya no me doy ahora,
porque un hombre, uno sólo me fascina.
Un hombre a cuyos pies estoy postrada,
muy diferentemente enamorada,
cuya palabra sola me domina.
Los Angeles, 16 de mayo de 1999