2015 - Férvido brindis
Me invitaba a su lecho. Lo decía
con la seguridad de quien libera
vedadas intenciones, y aligera
su fardo de tabúes. Me bebía
los ojos al hablar, su anatomía
férvido brindis hacia mí, a la espera
de mi respuesta, como si temiera
esquivez o repudio. Anochecía.
La estancia a media luz; el limonero
fisgando en la ventana, y un bolero
cantando en la consola, insinuante.
No dije nada. Rodeé su talle,
acercándola más, y en tal detalle
descifró mi propósito de amante.
Los Angeles, 15 de enero de 2009