22 - Lamento de la Madre
Les ví alejarse, firmes en su intento,
Y un fulgor luminoso en la mirada;
Y al punto comprendí que nadie o nada
Podría ensombrecer su firmamento.
¡Qué entrañable y que triste ese momento,
y qué esperanzadora la alborada
que ha de alumbrar la senda, vinculada
a un porvenir brillante o turbulento.
El joven marcha con el paso airoso,
La mujercita con pisada leve,
Ambos con mucho de ellos y más mío.
Mi corazón les mira temeroso,
Y es su ausencia, en el alma, como nieve…
¡Qué frío está el hogar, y qué vacío!.
Los Angeles, 18 de agosto de 1997