2211 - Mi dulce acantilado
Yuxtaponerme a ti sin penetrarte,
mi oleaje vital alborotado
lamiéndote, mi dulce acantilado,
a quien mi espuma su humedad imparte.
Mi amor se estrella en ti, parte por parte,
te resbala en las grietas, fracasado,
te susurra, te grita, y mi costado
sangra de sólo verte y tantearte.
Ah, si una espada mágica tuviera
que horadara la roca; en qué manera
en su oquedad mi savia vertería.
No obstante, ven, amada, no de piedra,
sino de brazos mil como la hiedra,
a los que esta mujer se ceñiría.
Los Angeles, 21 de septiembre de 2009