2250 - Desvinculación
La misma esbelta forma conocida
que se adhirió a mi cuerpo tantas veces,
pero distinto rostro. No pareces
la mujer hasta el alma estremecida
garantizando entrega de por vida.
Ni contemplas, ni escuchas, y enmudeces;
queda el tacto, mecánico; te ofreces
de memoria, fraguando la partida.
Cerrado ya y sin fe, me desentiendo
de cuanta llama en ti se ha ido extinguiendo;
falaz sería si se reavivara.
Desconocido el rostro, el alma ausente,
sólo queda un residuo insuficiente
que no nos eslabona, nos separa.
Los Angeles, 11 de noviembre de 2009