2303 - Nada queda
Se me va disipando la fragancia
de tu cuerpo desnudo. La he llevado
tanto tiempo en la piel, como el pecado
del que no se reniega o se distancia.
Nombres y amores pierden relevancia
si ajeno muro en torno les ha aislado,
y lentamente el ritmo arrebatado
va tornándose en mera disonancia.
Tu figura, tan bella, se diluye,
neblina ya que absorbe y disminuye
los últimos efluvios de tu aroma.
Ya no me queda nada; estás tan muerta
que si me abrieras otra vez la puerta,
no reconocería a quien se asoma.
Los Angeles, 6 de enero de 2010