2452 - Enmascarada
Me dibujaba un beso en la mejilla,
pero en sus ojos reventaba el trueno.
Llámese tempestad o desenfreno,
lo gestaba en su entraña. Era la orilla
de sensual precipicio, la cerilla
próxima al polvorín; era el terreno
que uno desea recorrer de lleno,
era frente a mi lancha una flotilla.
Todo bajo barniz o camuflaje
de retraimiento. Su índole salvaje
saltaba casi a flor de su mirada.
Un beso le ofrecí, voluptuoso;
abdicó del disfraz, y en sudoroso
cuerpo a cuerpo quedóse arponeada.
Los Angeles, 12 de septiembre de 2010