260 - La norma
Mi recuerdo es de luz, no palidece,
ni consiguen las sombras estrecharle;
ni lograrán los vientos arrastrarle,
porque al pensar en tí sin cesar crece.
Mi esperanza es de mar, que no envejece;
mi deseo es de fuego, y ni domarle
podrá la adversidad, ni aniquilarle;
y de bronce es mi voz, que no enmudece.
Bajo mi forma de hombre hay un gigante
con alma de cristal y de diamante
que canta, llora y sabe resistir.
Y ese gigante en niño se transforma,
juguetón e indefenso, y se conforma
si es tu amor la medida del vivir.
Los Angeles, 30 de agosto de 1999