2913 - Lluvia (VIII)
Llegué sin ti, y contigo, a la oficina,
tú tan parte de mí como mi aliento;
emergías en cada documento,
en cada pasadizo, en cada esquina.
Todo de tu figura se ilumina,
todo lleva tu aroma y movimiento,
y no me queda ya más pensamiento
que el que viene de ti y en ti termina.
Debo escuchar tu voz, la necesito;
y al intentar llamarte, casi grito
de angustia, al no saber dónde estarás.
Esperar a las cinco de la tarde…
Tantas horas, oh Dios, para quien arde
en esta viva llama que me das.
Los Angeles, 19 de febrero de 2012