2949 - La palabra
La palabra se finge indiferente,
mas nunca es imparcial, pues lleva el sello
de quien la emite, látigo o destello,
bondad o ultraje, apóstata o creyente.
Más que la esencia, el tono es concluyente
de la intención. El exterior, si es bello,
nos seduce, aunque toquen a degüello
campanas tras la piel. Lo ambivalente
sabe adentrarse por la falsa puerta
de la debilidad, siempre entreabierta,
tergiversando el más textual mensaje.
No oímos, escuchamos, embebidos
en nuestros propios símbolos y ruidos,
asentándole enigmas el lenguaje.
Los Angeles, 4 de abril de 2012