305 - Divergencias
Estoy despedazado por las quejas
que a diario taladran mis oídos;
no descienden mis párpados dormidos,
quieren cerrarse, pero no los dejas.
Aunque en mis ojos ya no te reflejas,
y he perdido el pulsar de tus latidos,
los reproches aún dejan ateridos
los ángulos del alma, ahora entre rejas.
Porque soy de mí mismo prisionero,
que hace tiempo te amé, y aún hoy te quiero,
sin la furia de entonces, de algún modo.
Este lazo tan débil que aún nos liga
en lugar de acercarnos, sólo obliga,
y si se rompe un día, hundirá todo.
Los Angeles, 3 de enero de 2000