3662 - Aguacero
La llovizna es el beso de ternura
que roza levemente; es el bolero.
En su intenso arrebato, el aguacero
deviene orgasmo; Wágner su figura.
En ambos me sumerjo, su envoltura
me cubre, ciñe, empapa por entero;
de ella acepto el encanto zalamero,
de él, la provocación, la desmesura.
Salgo a la calle en mayo, y el ambiente
se hace fina caricia transparente,
rostro al cielo la acepto y me solazo.
Y en agosto es el brío, el zarandeo,
descenciendo voraz, sin titubeo,
marea vertical, cósmico abrazo.
Los Angeles, 3 de enero de 2014