409 - Silla en la acera
Sólida, invitadora, inelegante,
frente a la calle de quietud aldeana,
en calma espera al pie de la ventana,
bajo el sol matinal acariciante.
Espera la llegada vacilante
de quien abandonó ciudad lejana,
de quien labra los campos y se afana,
de quien marca su paso itinerante.
Y al reposo que ofrece une el abrazo
de su respaldo, maternal regazo
de paz, rusticidad, y aceptación.
Si tú pasaras junto a mí algún día,
yo tu sosiego y tu solaz sería,
en permanente abrazo, en sumisión.
Los Angeles, 1 de enero de 2001