410 - Mesa
Recuerda el roble que aceptó la muerte
por ti. Sus ramas, reciamente erguidas,
descansan hoy humildes, invertidas,
y en ellas firme debes sostenerte.
Tronco sin venas, alisado, inerte,
savia, elegancia, dignidad perdidas,
de hacha y sierra borradas las heridas,
sólo su resistencia en ti se vierte.
Y sobre ti se come, y se medita,
se lee, se escribe, se habla, se dormita,
y en torno a ti el silencio es división.
Mesa de regocijo y de largueza,
mesa de hambre y de rostros de tristeza,
qué microcosmos de contradicción.
Los Angeles, 2 de enero de 2001