459 - Amedentrada
Llegó el temor, con ella de la mano,
dejándola a mis pies, estremecida;
el temor, que abandona su guarida
al ver el gozo recalar cercano.
El temor, que se dice amigo, hermano,
pero a la duda y al dolor convida;
tal vez irracional, mas cuya herida
abierta permanece y sangra en vano.
Sobre la tierra y a mis pies yacía;
y mientras en mis brazos recogía
su cuerpo, se atenuaban los temblores.
Leyó en mis ojos ademán sereno,
besé sus labios, la estreché en mi seno,
y reposó en serenidad de amores.
Los Angeles, 10 de junio de 2001