467 - A la ventana (II)
No se entreabrió tu puerta a mi reclamo,
mi tentativa inadvertida o vana;
pero llamé tenaz a la ventana,
como otras veces desde el alma llamo.
Mi llamada inicial fue como un ramo
de claveles temblando en la mañana,
tan suave en el cristal, que la persiana
pensó que el viento le decía: “Te amo”.
Mi segunda llamada, algo más fuerte,
con la impaciencia del que anhela verte,
tembloroso en los labios y en los dedos.
Pero tal vez soñabas…, o dormías,
y al constatar que no me respondías,
mi propio insomnio se colmó de miedos.
Los Angeles, 27 de junio de 2001