487 - Mensajero
Ni la luz plateada de la luna,
ni el destello del sol de mediodía,
pueden reproducir la melodía
de ese suspiro que tu aliento acuna.
Sólo el viento, cruzando una por una
cordilleras y estepas, rompería
en salmo de sutil melancolía,
como el sauce rozando la laguna.
El viento me traería la noticia
de tu mano hacia mí, y en su caricia
sentiría tu tacto y tu perfume.
El viento, que te abraza y que te besa,
a quien tu alma en secreto le confiesa
la inquietud pertinaz que te consume.
Los Angeles, 10 de julio de 2001