556 - Eres el fuego
No he visto sombras en tu piel desnuda,
pues la luz no la hiere, de ella brota
con la energía y brillo de remota
galaxia que su núcleo desanuda.
Ni en tu mente la sombra de la duda
restalla el látigo que el alma azota,
la luminosidad que en ella flota
de incertidumbre y de temor la escuda.
Vives de claridad, cándida rosa
de pétalos de luz, en que reposa
fiel corazón en integral sosiego.
A tiniebla glacial desconocida,
serena, ardiente, junto a mí tendida,
no eres sólo la luz, eres el fuego.
Los Angeles, 21 de diciembre de 2001