825 - Todos estamos muertos
Todos estamos muertos, los que un día
amamos con dolor desesperado,
los que en su desventura no han amado,
o callaron amor por cobardía.
Supimos germinar fiera energía,
restallar cada hueso alborotado,
y al fin nuestro castillo desplomado,
nuestra desolación, nuestra agonía.
Cenizas somos de pasión en ruina,
polvo de amor que el viento arremolina,
rastro borrándose bajo otras huellas.
Y en nuestro silencioso mausoleo,
somos ojos, en débil parpadeo,
mirando inalcanzables las estrellas.
Los Angeles, 12 de julio de 2003