831 - Dame el dolor
Condenados estamos a tristeza,
a temor, titubeo, incertidumbre,
mas la peor sentencia es la costumbre,
que mina la más firme fortaleza.
No permitas que imponga mi cabeza
reglas al sentimiento, aunque vislumbre
grietas de insensatez en su techumbre;
deténme al punto, si mi fe bosteza.
La mente arrastra método, rutina,
pero es el corazón quien determina
si has de existir o de vivir la vida.
Dame el dolor con el amor, que quiero
más amarte con llanto y desespero,
que en apatía inmóvil, sin herida.
Los Angeles, 17 de julio de 2003