832 - Oasis
He sentido tu pulso. Las primeras
palpitaciones desde que te fuiste;
quizá, aunque has vuelto, te aparezca triste,
y así están en la arena las palmeras.
Oasis, soledades sin fronteras,
donde el sol de la sombra se reviste,
donde el agua a la sed no se resiste,
pero las huellas son perecederas.
No quiero ser oasis que transitas,
circunstancial, sino ciudad que habitas,
penetrando en mi tierra tus raíces.
Ciudad amurallada, en que sus puertas,
manteniéndose holgadamente abiertas,
te den salida, sin que la utilices.
Los Angeles, 17 de julio de 2003