872 - En enero
Era una alfombra mágica la mesa
donde tu mano dialogó a la mía;
desde su borde en vuelo se veía
sendero gris que el páramo atraviesa,
por donde el pie que avanza no regresa,
que no tiene final ni se desvía,
cuyo placer está en la travesía,
no en la llegada a donde no interesa.
Sobrevolamos juntos el paisaje,
preconcebimos singular viaje
por el gozo de andar, sin paradero.
Y acordamos: “Mañana, sin contrato,
libres como las nubes”... De inmediato,
florecieron rosales en enero.
Los Angeles, 21 de agosto de 2003