91 - La espera
Lágrimas por mi culpa derramadas,
rasgándome la piel del sentimiento;
ni vi la pena ni escuché el lamento,
mas corren con mi sangre entremezcladas.
Qué soledades nunca anticipadas
descargaron en ella el desaliento,
pero no retiró el ofrecimiento
de sus pasiones íntimas, calladas.
Esperó mi regreso inevitable
protegiendo la luz de la esperanza
bajo las alas negras del dolor.
Tan firme como fuera vulnerable,
nunca dudó a pesar de mi tardanza,
y al llegar se me abrió como una flor.
Los Angeles, 30 de abril de 1998