922 - Hombre pradera
Abierto a sol y viento, hombre pradera,
multiplicabas brotes en tu seno;
ni árbol, ni flor, ni arbusto te fue ajeno,
pero hoy en ti no hay más que una palmera.
No desapareció tu primavera,
ni se contrajo infértil tu terreno;
sólo aplicaste a la semilla el freno,
y hoy germinas feliz de otra manera.
A su llegada alzáronse murallas
en torno a la campiña, y ahora estallas
en plena floración sólo por ella.
Ya no llegan las viejas caravanas
altas de incienso, sedas, porcelanas...
En tu campo se ve sólo su huella.
Nueva York, 30 de octubre de 2003