923 - Nueva York
Mi hostilidad por ti, ciudad, ha muerto;
si un tiempo aborrecida, de repente
me dejas, bajo el sol, indiferente,
más que ciudad, artificial desierto.
No provocas dolor ni desconcierto,
ni en mí tienes ayer, ni hay un presente;
no eres más que una sombra, un viejo puente
que no va a sueño alguno: Estoy despierto.
Libre de ti, no busco en ti hospedaje;
de paso voy, oriento mi viaje
a otro lugar que pueda llamar mío.
En esta otoñal tarde soleada,
no hay dolor, ni hay herida, ni hay espada.
Nueva York, Nueva York, me dejas frío.
Nueva York, 30 de octubre de 2003