947 - Duplicidad
Agrio aroma de sangre derramada,
de crueldad tenaz, indiferente,
de ella emanaba; su alma, tan ausente,
parecía del cuerpo desgajada.
El beso era en su boca dentellada
encubierta tras máscara inocente,
la palabra era hueca voz que miente,
y la mano en el hombro, puñalada.
Caminó por la vida de puntillas,
tal vez entreteniendo pesadillas
de ser al fin un día descubierta.
Pero siguió en la cresta de la ola,
con su gentío en torno y su aureola,
tan poblada de amor..., y tan desierta.
Los Angeles, 27 de noviembre de 2003