Brevería 157
Silencio, hermano mío, dame tu paz serena,
amordaza los cantos que entumecen la mente,
detén en el remanso la furia del torrente,
y adormece el recuerdo que turba el alma en pena.
No me siento inocente, ni me encuentro culpable,
estoy mudo de acentos y desnudo de amores,
sordo a las melodías y ciego a los colores...
Dame el dulce descanso de un sueño interminable.
marzo de 1998