Brevería 1825
Yace a mis pies el perro,
ojos cerrados, calma palpitante.
Se diría que duerme.
De vez en cuando sale de su encierro,
me contempla un instante,
sintiéndose feliz sólo por verme.
Sabría de inquietudes y dolores
si entendiera de amores.
abril de 2008