Brevería 1826
A ella fui, me aceptó, vino conmigo,
y se apoyó en mi brazo.
Le enseñé a caminar en algazara.
Me hizo su amante, y además su amigo;
sin un sólo reproche o arañazo,
sin que una sola brizna se quebrara.
Pero un día, en un golpe de ruleta,
como si el cielo me desamparara,
me abandonó tirado en la cuneta.
abril de 2008