Brevería 1999
Las paredes y el techo de la estancia
no son pálidos rostros, negligentes
en torno a los sucesos que presencian.
Ven y escuchan y aspiran la fragancia
de cada acto y palabra efervescentes,
pero no lo influencian.
Tal vez llegues un día a percibir
íntimos comentarios de incidentes
que a nadie te atreviste a transmitir.
febrero de 2009