Brevería 2360
En las campanas del convento un día
grabé su nombre, y cuando van al vuelo,
tal vez un monje escucha ‘Ave María’
en la voz de los ángeles del cielo.
Mas sólo yo comprendo su sentido,
y mi amada quizá, pues cuando pasa,
mira hacia atrás, como si hubiera oído
a alguien que le llamó, como de casa.
noviembre de 2010