Somos
Somos hijos del aire, que nos lleva
en remolino ciego,
nos sacude, nos hunde, nos eleva,
y en decepción nos abandona luego.
Somos hijos del mar azul y verde,
que retrocede cada vez que avanza,
que ofrece el beso, y pronto se nos pierde
en la arena de la desesperanza.
Somos hijos del sol y lo sombrío,
del frío y del calor,
somos un campo fértil y baldío,
en que sembrar el odio y el amor.
Somos en fin los hijos de la tierra,
caminantes erguidos o arrastrados,
en son de paz, o con clamor de guerra,
jugando a la ilusión o a los soldados.
Vamos con los demás codo con codo,
pero con más frecuencia es a codazos,
porque nuestra ambición lo quiere todo,
aunque todo termine hecho pedazos.
Pero llegará un día
en que se iguale el débil con el fuerte,
y sin saber vivir en armonía
seremos todos hijos de la muerte,
Los Angeles, 21 de julio de 1999