517 - Sin más espera
Huérfanos son mis besos de tu boca,
y huérfanas mis manos de tu piel;
huérfano estoy de ti, como el pincel
del color que el artista no convoca.
Cada mañana mi ansiedad invoca
tantas razones para serte infiel…
Si tantos libros hay en mi anaquel,
¿por qué uno solo tu memoria evoca?
No quiero releer lo ya leído,
quiero ese libro tuyo y, sumergido
entre sus líneas, conocerte entera.
Quiero estrenar tus páginas, leerte
con ojos, manos, voz, y retenerte;
sin orfandad de ti, sin más espera.
Los Angeles, 26 de agosto de 2001
Deseo
Flamear de ondulada cabellera
izando la cabeza en roja nube;
una marea de calor te sube
bajo la piel de lirio viajera.
Cierras los ojos y le ves al lado;
abres los ojos y le ves ausente;
y decides cerrarlos nuevamente,
y abandonarte entera a su cuidado.
La palma de una mano ilimitada
tiembla sobre tus senos extendida,
y un árbol de raíz estremecida
en tu interior propaga su enramada.
En el vientre, en los brazos, en el cuello,
un despertar de frutos suculentos
desata el hambre de los sentimientos,
en confuso y erótico atropello.
Seca la boca, ahogada del gemido,
es incapaz de pronunciar su nombre;
ni voz ni rostro tiene, es sólo un hombre,
sólo una sombra en un placer prohibido.
Cómo te resquebrajas del deseo,
en soledad, sin recibir ayuda;
ofrenda de mujer, toda desnuda,
Julieta solitaria, sin Romeo.
Los Angeles, 23 de febrero de 1999