Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Pálida Muerte - La muerte
Nuestros hermanos
Ycuá Bolaños, Asunción, Paraguay Cerca de 500 muertos en el incendio de un supermercado. En el bosque distante recibe el viejo roble el manotazo, en zigzag luminoso, de la imprevista cólera del rayo, y cae al suelo en llamas; desde nuestra distancia, es sólo un árbol anónimo, no el roble concreto, acariciado, erguido en nuestro huerto, a cuya sombra en la niñez jugamos. En el campo distante, de esqueléticas mieses y de andrajos, las lluvias han venido a destiempo, con furias de naufragio; habrá niños hambrientos, padres desesperados, pero nunca sabremos sus nombres, sus miserias, ni su llanto, ni el dolor que perfora sus entrañas con el puñal del hambre, paso a paso, porque se nos desbordan de abundancia las palmas de las manos. En la ciudad distante, Dios restalla su látigo, y arranca vidas, jóvenes y niños, y adultos, cuyo plazo pareciera remoto, que se hunden hoy bajo implacable tajo. Tienen padres y esposos, tienen hijos, tuvieron la sonrisa y el abrazo, la vida era un clavel en la solapa, era una niña, o novio, de la mano; y hoy el muro de fuego alza fronteras, abre cenotafios. Tantas noticias martillea el día, tantas muertes sin nombre, que el impacto nos resbala en la piel del sentimiento, y sin embargo, son nuestros hermanos. Sólo el guarismo a veces nos sacude, quinientas víctimas, quinientos clavos en tantos corazones que hoy palpitan, más que con sangre, con sangriento llanto. Para el hombre distante, quinientos es anónimo naufragio, cifra glacial, sin nombre ni apellidos, y sin embargo, son nuestros hermanos. Quinientos es un número sin rostro, sin ojos que nos miren, y sin manos alzadas al pasar en el saludo que reconoce en júbilo, sin labios fabricantes de besos y palabras, quinientos es un exponente abstracto de tragedia intangible, sin semblante, y sin embargo, son nuestros hermanos. El mundo es como lo hace cada uno, plaza de pueblo o yermo desolado, bullicio eufórico o retiro mudo, copa de plata o ánfora de barro. No son tan sólo muertos nuestros muertos, todo el que vive o muere es nuestro hermano.
Los Angeles, 10 de agosto de 2004
Diseño: Carmen Álvarez
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