Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Pálida Muerte - Mascotas
Adiós, mi compañero
Si me pregunta el rayo de la luna dónde están tus profundos ojos negros, responderé que hay dos estrellas nuevas: Adiós, mi compañero. El trueno explotará en las soledades de las lluviosas noches del invierno sin hallar tu ladrido por respuesta: Adiós, mi compañero. Las cuevas de tu oído se cerraron a los sonidos, y te amó el silencio, y el silencio final hoy te arrebata: Adiós, mi compañero. Se derramó mi gozo en tu alegría convirtiendo mis juegos en tu juego, y mi caricia leve en tu lamida: Adiós, mi compañero. Y cuando la serpiente del dolor enroscó los anillos en tu cuerpo, mi sufrimiento fue al compás del tuyo: Adiós, mi compañero. Aunque te hice partir, no hubo abandono, mi mano en tí hasta el último momento, y aún hoy mi llanto como aquel instante: Adiós, mi compañero. Sé que en las tardes buscaré tu espalda, y a mis pies sólo habrá un soplo de viento que me dirá que pasas de visita: Adiós, mi compañero. Y sé también que libremente corres por un mundo mejor, campos abiertos, con aquellos que se te adelantaron: Adiós, mi compañero. Desde las altas torres de la aurora hasta las ruinas del ocaso en sueños, trotarás las estepas de las nubes: Adiós, mi compañero. Y en ocasiones detendrás el paso como si oyeras un rumor de lejos; no es más que mi recuerdo que te añora: Adiós, mi fiel, mi alegre compañero.
Los Angeles, 17 de diciembre de 1999
Diseño: Carmen Álvarez
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