161 - I - Voz del más allá
“Lusy”, perrita de 15 años, dormida para siempre
Abre a la luz los ojos, y encadena
las lágrimas vertidas a raudales,
que he alcanzado los campos siderales
libres de adversidad, fatiga y pena.
Nada en mi nueva juventud me frena,
porque aquí somos todos inmortales,
sin las limitaciones y los males
a que la vida en tierra nos condena.
Fue contigo magnífica mi vida;
tanto te amé, aún más en la partida,
que no has de lamentar tu decisión.
Sentí tu mano en mi último momento,
tu suspiro mezclado con mi aliento;
y al partir, me llevé tu corazón.
Los Angeles, 6 de marzo de 1999
162 - II - Gipsy recibe a Lusy
He atravesado a nado el manso río
que marca de la vida la frontera,
y al punto de pisar la otra ribera
mi cuerpo ha recobrado nuevo brío.
Sobre la fresca hierba y el rocío
se respira perenne primavera,
y una recién hallada compañera
trota incesantemente al lado mío.
Gipsy durmió el postrero de los sueños
hace tres años ya, pero en sus dueños
no se han cerrado aún las cicatrices.
No nos lloréis, que no nos hemos ido.
Siempre en la noche oiréis nuestro ladrido,
y sabréis que las dos somos felices.
Los Angeles, 8 de marzo de 1999
163 - III - El tránsito
Loles
¡Cómo fueron los años triturando
a duros martillazos su energía!
Y cómo me negué día tras día
a aceptar el final que iba llegando.
En sus ojos la luz se fue enturbiando
en neblina de gris melancolía,
y otra neblina en la mirada mía
desenlazada en lágrimas rodando.
Se fue serenamente, sin temores,
y una aglomeración de ruiseñores
la transportó a un palacio inmaterial;
y desde allí me observa cariñosa,
tras la cristalería luminosa
de un mágico y etéreo ventanal.
Los Angeles, 11 de marzo de 1999