1602 - Logan (I)
Va extinguiéndose el rayo de tu vida,
y te cerca la sombra paso a paso;
qué ágil tu día descendió al ocaso,
y qué dificil esta despedida.
¿Puede un gato tener, y en qué medida,
optimismo y humor? En cuyo caso,
¿dónde acaba el espíritu payaso,
y empieza la mesura introvertida?
El gato faraónico era un río
de seria dignidad, pero este mío
siempre un arroyo ha sido retozón.
Tuvo un cierto cariz de aristocracia,
pero más bien con picardía y gracia
fue como conquistó mi corazón.
Los Angeles, 23 de diciembre de 2006
1603 - Logan (II)
Apagándote vas, agonizante
lámpara en silencioso parpadeo,
ausente ya el gozoso ronroneo
que fue a mi tacto réplica constante.
Del sosiego a la acción sólo un instante,
sólo un salto del sueño al jugueteo,
pero hoy, en tu quietud e indicios, leo
tu mensaje de adiós, desconcertante.
Mi alma no acepta haber llegado tu hora,
a pesar de tu edad, y lo deplora;
en cierto modo te juzgó inmortal
desde que descubrió, bajo su mano,
un espíritu amigo, casi humano,
en tan estrecho molde de animal.
Los Angeles, 24 de diciembre de 2006
1604 - Logan (III)
La luz renace a veces, y me niego
a asumir el final que te amenaza;
un maullido, quizás, que se disfraza
de voluntad de vida; no me entrego
a un optimismo absurdo; sé que luego
la realidad de nuevo te amordaza,
y se quiebra mi gozo, o se adelgaza,
mi viejo camarada, sordo y ciego.
No te vayas aún, quédate, amigo;
si la muerte ha entreabierto su postigo,
no te impongas la entrada, espera, espera.
Tal vez se olvide de que te ha llamado,
y puedas regresar a tu tablado,
frente a la lluvia, que ya cae ligera.
Los Angeles, 24 de diciembre de 2006
1605 - Logan (IV)
La turbadora sombra a ti abrazada
parece haber alzado su cortina;
has recobrado tu inquietud felina,
no tu energía, un tanto apaciguada.
En esta espléndida prisión dorada
a que te he confinado, predomina
la atención más devota, más genuina,
sobre la libertad arrebatada.
Pareces entenderlo. Tu lenguaje
no es de ruda protesta, es el mensaje
que transmite tu pugna por la vida.
No sé cuándo te irás, pero esa hora
parece haber sufrido una demora;
frene el reloj su apresurada huída.
Los Angeles, 28 de diciembre de 2006
1606 - La Poesía
Llamó a la puerta, súbita visita.
La conocía desde antiguo. Era
llama ondulante tras la cristalera,
destello sin calor, estalagmita
hierática, si bella. Cada cita
mantenida con ella fue galera
dejando leve estela, viajera
que no llega a arraigar, sólo transita.
Nunca accedí a la intimidad con ella,
pero esta vez me sonrió mi estrella,
guiño de luz desde su lejanía.
Entró en mi casa, desató los lazos
de su alba túnica, tendió los brazos,
y desde aquel momento ha sido mía.
Los Angeles, 28 de diciembre de 2006