Poemas de amor, de soledad, de esperanza
de
Francisco Álvarez Hidalgo
Selección de los lectores
Edición N°7 - mayo 2015
Charles Edward Perugini - Una chica leyendo (c. 1870)
Charles Edward Perugini - Una chica leyendo (c. 1870)

Índice

Sonetos:
Dos manos Río Lago Bosque Llanura, montaña
Poemas:
Sólo tu nombre Háblame Cuando a mi lado duermes Momento

Breverías

1789
Era un clamor, una mujer entera, que se hace oir, y se hace ver; un viento que impulsa, envuelve, esparce y aglomera; era delicia y a la vez tormento; era fragilidad de cristalera y fortaleza en cada sentimiento; era voz sin censura ni querella; y al conocerla, me quedé con ella
Los Angeles, enero de 2008

1808
Cuando te vayas, dejaré encendida la luz en el zaguán, por si regresas; la llave donde sabes, escondida, todo en su mismo sitio, sin sorpresas. Si estuviera dormida, no hagas ruido, entra y no olvides de atrancar la puerta; deslízate en mi lecho, desvestido, y dime quedamente: 'Amor, despierta'.
Los Angeles, febrero de 2008

Sonetos

946 - Dos manos
Tienes sólo dos manos, y parecen, sobre mi piel, gavillas de a cuarenta; a su contacto un arsenal revienta de múltiples caricias que estremecen. Creí verlas dormir; no se adormecen, siguen su ritmo en consonancia lenta; donde su habilidad se sedimenta, nervios gritan, rumores enmudecen. Trastorne tu contacto mi sentido, en lo ingenuo, lo ardiente, lo prohibido, en reconocimientos sin fronteras. Multiplicadas van, ya dos legiones, manadas de corderos y leones, laboriosas, perennes viajeras.
Los Angeles, 27 de noviembre de 2003
956 - Río
De espaldas al recuerdo, ya no hay fuente, mirada hacia delante, hacia atrás ciega, como quien desleal de ayer reniega, abstraído en la marcha del presente. En cada instante vive y se hace ausente, a deserción y permanencia juega, sobre su propio desnivel navega, bergantín de cristal hecho corriente. Le falta rectitud; cada recodo, le supone un desvío, un acomodo, servilismo tal vez, o deferencia. Política geográfica, adaptable al codicioso y al insobornable, bajo pretexto de coexistencia.
Los Angeles, 5 de diciembre de 2003
957 - Lago
Es la impasible calma del espejo, que se deja mirar, y no rechaza; su hueca y honda superficie abraza cuanto arrebata inmóvil el reflejo. Satinada epidermis de azulejo que sólo el viento riza, despedaza la lluvia innumerable, o amordaza en círculos concéntricos el tejo. Duplica el cielo, ya una esfera clara; día y noche se asoman, ven la cara, y en tránsito sonríen sol y luna. En el cóncavo fondo luminoso la nube, el olmo, el cerro hallan reposo en el regazo de una vasta cuna.
Los Angeles, 5 de diciembre de 2003
958 - Bosque
Sólo el rumor de ramas agitadas ligeramente por el aire suave, del aleteo súbito de un ave, de la lluvia en las hojas agostadas. Lo demás es silencio. Aletargadas en los troncos las tablas de la nave, las traviesas del tren, la viga clave, la toza reventando en llamaradas. A golpes de hacha, con vaivén de sierra, saldrá del sueño, yacerá en la tierra, y adoptará mil vidas sin latidos. Se habrá perdido una belleza verde que sólo la raíz tal vez recuerde en eclosión de tallos renacidos.
Los Angeles, 5 de diciembre de 2003
959 - Llanura, montaña
La horizontalidad de la llanura que pace el toro o siega la guadaña, es monótona cuerda que acompaña canción que el equilibrio se asegura. A las desproporciones se aventura la verticalidad de la montaña, línea quebrada, desigual, extraña, fiera canción con algo de locura. ¿Apolo versus Baco? ¿La serena, suave planicie contra la alta almena? ¿Quietud de lira a estruendo de trombón? La montaña es el nervio, y el revuelo, Titanes prestos a escalar el cielo..., y la llanura es la contemplación.
Los Angeles, 5 de diciembre de 2003

Poemas

Sólo tu nombre
Se me ha encendido en la mano la ráfaga de un deseo que llama tu nombre a gritos, y te acaricia en silencio. Tu nombre, sólo tu nombre, sin piel, sin alma, sin cuerpo, como quien arranca un bosque, fabricándose un desierto. Con aldabones de bronce golpeo sobre el recuerdo, mas quizá duerme indolente, porque responde el silencio. ¿En qué cavernas de olvido, o soledad de destierro, en que horizontes de ausencias te ocultas, que no te veo? Devuélveme aquella idea de ti, que ya no mantengo, revístela de las formas que se me desvanecieron, que sólo tengo tu nombre, tu nombre, desnudo y hueco.
Los Angeles, 10 de junio de 2001
Háblame
La voz que hoy me llegó vive tu vida, en esa voz te arropas cuando me hablas, ella eres tú, flotando en el aliento que se desborda en tonos y palabras. Ajena a la estridencia del gentío, leve, aterciopelada, caricia en el oído, como si un dedo me tocara el alma. Más que voz es susurro, brisa que se columpia entre las ramas. Posee intimidad de noche oscura, afable placidez de luna clara. Te escucharía al decrecer las luces de las tardes de otoño bronceadas; te escucharía sin interrumpirte hasta nacer la aurora sonrosada; te escucharía, la mirada fija en tus ojos de sombra, que descargan nuevas voces, a la otra paralelas, no por mudas con menos resonancia. Tú eres tu voz, que roza mis mejillas, que estremece mi espalda, que me penetra suave, lentamente, como en el surco profundiza el agua. Háblame, que te escucho, que tengo más de ti en cada palabra.
Los Angeles, 1 de julio de 2001
Cuando a mi lado duermes
Cuando a mi lado duermes, ¿duerme también tu pensamiento, o vagas por las extrañas zonas del pasado, que tal vez aún no han sido erradicadas? Cuando a mi lado duermes, te percibo tan mía y tan lejana como siente la piel el toque cálido del sol a tantas millas de distancia. Cuando a mi lado duermes, y observo tu figura inmóvil, plácida, no me atrevo a abrazarte, y sé que lo he de lamentar mañana. Temo a ese mundo que fue tuyo un día, que quizás en el sueño te reclama, que al recuerdo dormido solicita, y al repudio despierto da la espalda. En el telón oscuro de tus párpados proyecta sus imágenes lejanas, cubiertas de nostálgicos colores, despojadas de sombras y de escarcha. Por eso te contemplo sin tocarte; temo que al despertar, si te abrazara, la realidad que tuya fue despierte envuelta en un embozo de añoranza, y al mirarte en mis ojos sólo veas un sueño que no es mío, de fantasmas. Te dejaré dormir, aunque te alejes, mi abrazo y voz en frenos y mordaza; tal vez al despertar se muera el sueño, y tu memoria no recuerde nada.
Los Angeles, 20 de octubre de 2002
Momento
Es el itinerario de los sueños, por donde se camina sin motivo, ajeno a procedencia y objetivo, sólo atento a otras voces, no a sus dueños. Es el reloj que evaporó las horas, y conserva tan sólo los minutos, únicos elementos absolutos de nuestras experiencias soñadoras. Es el río que pasa y permanece, no una corriente eterna, un sólo instante, agua bohemia, fugitiva amante, que llega, y al besar, desaparece. Quizá es la vida, que se va y nos lega fragmentos para el alma y la memoria, nunca sabor de radical victoria, sólo el mínimo triunfo de la entrega. Pero sea una voz, sea una huella, un minuto, un fragmento, es la añoranza de esas breves vivencias lo que alcanza rango de eternidad, nivel de estrella. Será un momento breve o extendido, junto a ti, sin pasado, sin futuro, nuestro momento inimitable, puro, por el que se merece haber vivido.
Los Angeles, 15 de febrero de 2004
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