Diecinueve años
La muerte le alcanzó en la zona oscura
del secuestro y el robo, sobre un charco
polvoriento de sangre coagulada,
y eran tan sólo diecinueve años.
La muerte era un fastasma indiferente,
de ojos vacíos, hielo en el abrazo,
él, primavera de color en llamas,
y eran tan sólo diecinueve años.
Le cercaron miradas tenebrosas,
le hirieron voces de sabor amargo,
le mordió el alacrán de la rapiña,
y eran tan sólo diecinueve años.
No tuvieron razones para el odio,
conciencias de metal, mentes de barro,
pero le silenciaron para siempre,
y eran tan sólo diecinueve años.
Quebrado su camino
casi al albor de los primeros pasos,
le apagaron los sueños,
y eran tan sólo diecinueve años.
Eran tan sólo diecinueve años,
eran tan sólo diecinueve años,
eran tan sólo diecinueve años…
Los Angeles, 15 de junio de 2006