Poemas de amor, de soledad, de esperanza de
Francisco Álvarez Hidalgo
Pálida Muerte - Los muertos
Hija muerta
A”S”, recordando la muerte de su hija.
Al despertar los ruidos una mañana fría me arrebató la muerte lo que yo más quería. Oh muerte insobornable, de inflexible guadaña, que siegas el palacio al igual que la cabaña. ¿Por qué no cortas sólo la cosecha madura, las mieses agostadas, o la maraña oscura? ¿Por qué arrancas el árbol joven y florecido, pisoteas las rosas y destruyes el nido? ¡Qué suprema injusticia tratar de igual manera al niño balbuciente y al viejo que te espera! Y un día inesperado sigilosa llegaste, sin llamar a la puerta... y me la arrebataste aún brillando en sus ojos el intenso fulgor que reflejaba el fuego de su primer amor; y aún reciente en sus labios el calor de los besos que otros jóvenes labios la dejaron impresos; y aún resonando el eco vibrante en sus oídos de las palabras tiernas y los dulces gemidos. Y tú me la llevaste, cruel y caprichosa, antes de que pudiera ser madre o ser esposa. Tú apagaste sus ojos y helaste su sonrisa, y la arrancaste el alma, que se perdió en la brisa. Yo te maldigo, muerte, porque tu mano siega tanta vida temprana con inclemencia ciega; porque en los rudos giros de tu lúgubre danza asesinas las almas y entierras la esperanza. ¡Cómo siento tu ausencia, cómo me invade el frío, cómo el mundo en mi entorno parece tan vacío, tan inútil, tan lejos, desde que tú te fuiste; y cómo me he quedado tan dolorida y triste! Sólo la dulce imagen de tu gentil belleza aligera la enorme carga de mi tristeza. Pero cómo me faltas, y cómo yo te añoro, y cómo noche y día te recuerdo y te lloro… Fue al despertar el día, que sus ojos durmieron, cuando los ruiseñores su canto enmudecieron; Fue al despertar el día, cuando una noche oscura se me instaló en el alma, y abrió mi sepultura; Fue al despertar el día, cuando una lluvia densa me inundó con el llanto de su nostalgia inmensa. Pero yo ahora te pienso como un ángel callado con eterna sonrisa que está siempre a mi lado. Y al sentir que la brisa juega con mis cabellos, sabré que es la caricia de tus manos en ellos...
Los Angeles, 1 de diciembre de 1997
Diseño: Carmen Álvarez
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