Poemas de amor, de soledad, de esperanza
de
Francisco Álvarez Hidalgo
Selección de los lectores
Edición N°1 - febrero 2015
František Dvořák - Lectora reflexiva (1906)
František Dvořák - Lectora reflexiva (1906)

Índice

Sonetos:
Fidelidad Lealtad Nueva decepción Amado muerto Frágil Ante el espejo
Poemas:
Quizá Llévame contigo Cumpleaños Búsqueda

Breverías

3
La esperanza es el sueño de los hombres despiertos. Yo te he soñado tanto que ya casi eres mía, y espero y desespero por ver llegar el día en que en mí te abandones, en mis brazos abiertos.
Los Angeles, junio de 1997

80
Le diré al pensamiento que se duerma, y un sueño en blanco regirá mi mente. No quiero que tu imagen se presente y mate mi alma, que de tí esta enferma.
Los Angeles, octubre de 1997

113
Es invierno en tu ausencia, y se despliega la nieve, blanca y fría, en un sudario, amortajando el alma, que se niega a completar sin tí el itinerario.
Los Angeles, noviembre de 1997

Sonetos

2 - Fidelidad
Yo siempre te querré aunque no me quieras; encerrada en mí estás sin poder irte. Cuántas cosas podría yo decirte si escucharas mi voz, y la creyeras. Te querrás alejar; y, si pudieras, romper tus ligaduras y evadirte. Me herirás, pero nunca podré herirte, y no me olvidarás, aunque quisieras. Tus amores serán de lejanías, y quizá andarás sola en tu sendero buscando el resplandor de nuevos días. Recordarás mi amor, dulce y sincero, y aprenderás en tus mañanas frías que nadie te querrá como te quiero.
Los Angeles, 1 de junio de 1997
36 - Lealtad
“Cuanto más conozco a la gente, más quiero a mi perro”. (Anónimo)
Mi perro tiene corazón humano, leal, ardiente, generoso, atento; Y en su mirar oscuro y somnoliento flotan estrellas de fulgor lejano. Veo su lengua acariciar mi mano con afecto y con agradecimiento; no me mostró jamás resentimiento, y más que un fiel amigo, es un hermano. Me ve por lo que soy, no lo que tengo; lo que le ofrezco acepta, no lo exige; y si lo dejo solo no se ofende. Eufórico saluda cuando vengo; más por amor que por favor se rige, y ni olvida, ni juzga, ni pretende.
Los Angeles, 19 de septiembre de 1997
41 - Nueva decepción
¡Cómo soñé contigo en la distancia, desde el castillo de mi fantasía, poniendo al corazón como vigía y testigo de mi perseverancia. Bajé la guardia de mi vigilancia, olvidando el dolor y la agonía, y me engañé esperando una alegría que no he vuelto a sentir desde la infancia. Una vez más, herida y fugitiva, vi alejarse sangrando la esperanza, rodando sin retorno, como un río. Y una vez más la vida insensitiva atravesó mi pecho con su lanza, asesinándome el amor tardío.
Cantabria, 7 de octubre de 1997
102 - Amado muerto
No te enraíces en el desconsuelo, que es amarga la savia producida, y arrancará el encanto de la vida dejando en tu alma un témpano de hielo. Ni proclames tu luto bajo el velo de triste soledad por su partida, debes cicatrizar pronto la herida, que él vive en otro mundo u otro cielo. Si partir es morir en cierto modo, la muerte es solamente lejanía, y quien muere, no muere, va primero. Y aunque al final has de encontrarlo todo, ahora debes marchar en compañía, sonrisa abierta y ánimo ligero.
Los Angeles, 10 de julio de 1998
110 - Frágil
Alma de viento y de cristal, no llores bajo los golpes de la adversidad, que no estarás envuelta en soledad aunque adviertas de noche sus temblores. Huracanes vendrán flageladores azotando tu sensibilidad, mas no temas que tu fragilidad se quiebre a esos ataques destructores. No te enfrentes al ímpetu violento, que eres la brisa, no el anticiclón, y vencerás mejor con sutileza. Ni dejes que te asalte el desaliento, porque la solidez de persuasión más que en la fuerza, está en la gentileza.
Los Angeles, 30 de agosto de 1998
155 - Ante el espejo
Me ha engañado el espejo, dulce engaño, devolviendo una imagen que no es mía; mi desnudez le ofrezco cada día envuelta sólo en el vapor del baño. Nunca me devolvió un reflejo extraño, sólo a mí, en mi tristeza o mi alegría, pero hoy ví que tu rostro aparecía bajo mi pelo de color castaño. Y al mirarme tus ojos fijamente, mi piel mojada te sintió presente, y me abrazó un ligero escalofrío. Y no sabré decir si mi delicia vino de tu caricia o mi caricia, mías tus manos, y tu rostro mío.
Los Angeles, 8 de febrero de 1999

Poemas

Quizá
Percibo tu presencia sin estar a mi lado, Y oigo tu breve paso hallándote tan lejos; Siento tu escalofrío sin haberte tocado, Y aún cerrando los ojos me ciegan tus reflejos. Veo pasar las sombras y en ellas te adivino; Cuando me roza el aire sé que son tus cabellos; Si me azota la lluvia, tus besos imagino, Y por tí son mis sueños inmensamente bellos. Pero no reconozco tu risa entre las risas, Porque amarga tristeza te cubre con su manto; Y en el tropel de gentes ruidosas y con prisas No estás, porque te encuentras en soledad y llanto. Un aura te rodea solemne y misteriosa Que fascina mis ojos aunque nunca te han visto; Es quizá la nostalgia gentil y silenciosa Que permea tu vida y en que yo mismo existo. No obstante, ambos sabemos que ha de llegar el día En que la luz disipe la sombra en que vivimos; Y al resurgir pujante nuestra innata alegría, Hemos de ser de nuevo como otro tiempo fuimos. Tú encontrarás un hombre que te bese y te cante, Y no habrá en vuestra entrega ni exigencia ni ruego; Yo volveré a mis sueños, inventando una amante Y escribiéndole versos, sentado junto al fuego. Y al mirar al pasado desde el nuevo presente De ilusiones azules y de esperanzas verdes, Una estrella en el cielo y una luz en tu mente Musitarán mi nombre…y quizá me recuerdes.
Los Angeles, 13 de noviembre de 1997
Llévame contigo
¿No me ves sumergida en el silencio, y amordazada en soledad y olvido? Al pasar por la sombra de mi vida, dame la mano y llévame contigo. Te esperé tantos años sin saberlo, perdida dentro de mi laberinto… ahora que me has abierto la salida, dame la mano y llévame contigo. No quiero abrir el libro del pasado, porque detesto cuanto en él he escrito; uno en blanco abriré para tu pluma; dame la mano y llévame contigo. Llena mis hojas de apretada letra, yo no quiero escribir, hazlo tú mismo, enrojeciéndome de sangre y fuego; dame la mano y llévame contigo. Dondequiera que vayas, te acompaño, porque haré tu camino mi camino; déjame despertar en tus mañanas; dame la mano y llévame contigo. No he de mirar atrás, sólo adelante; perdí el pasado, y el futuro es mío; no te quiero perder; dame la mano, dame la mano y llévame contigo.
Los Angeles, 8 de junio de 1998
Cumpleaños
Por cada año que cumplimos hay un sueño que perdemos, una ilusión que no vemos, un amor que no tuvimos. No dejes pasar los años sin aceptación ni entrega; ama, ríe, sueña, juega, aun lloviendo desengaños. Y si hay un amor lejano, acércatele de prisa, que es un rostro sin sonrisa el corazón sin la mano. Deja que en tu piel naveguen sus dedos infatigables, mírale, mas no le hables, y que lleguen donde lleguen. Y toma la inciativa sin complejos ni temores, que el verbo de los amores se conjuga por activa. Nunca rechaces el beso del amante apasionado, devuélveselo aumentado, que no hay pasión sin exceso. Corre sin cesar, gacela, tu campo de vida intensa sin vacilaciones. Piensa que el tiempo no corre, vuela.
Los Angeles, 3 de diciembre de 1998
Búsqueda
He enviado mis ojos en tu busca, y han regresado de colores llenos: Verdes de bosques, pardos de mesetas, rojos de ocasos, con azul de cielos, blancos de nieves, y de nubes grises... mas sin tu imagen hacia mí volvieron. Envié mis oídos a buscarte, reapareciendo con sonidos nuevos: rumor de brisas en los olivares, rugidos de leones y de truenos, murmullos de las aguas en los ríos, fragor del mar, contestación del eco... mas llegaron sin ti, y esos sonidos fueron sólo otra forma de silencio. Mis pies de peregrino te buscaron, dejando huella en campos y senderos, y me trajeron polvo de países extendidos por ambos hemisferios... pero no te encontraron, y su rastro hojas fueron perdidas en el viento. Y salieron mis labios, indagando las incógnitas de tu paradero, y trajeron exóticas canciones, palabras misteriosas de otros pueblos, voces alegres, gritos penetrantes, eruditos monólogos, lamentos... pero tu voz no vino entre esas voces, quedé sin ti, con sólo tu recuerdo. Y mis manos, en ávida odisea, rastreándote trémulas partieron, y regresaron por igual vacías, con un temblor amargo entre los dedos... Y por eso en la noche silenciosa te busco en los recodos de mi cuerpo.
Los Angeles, 11 de octubre de 1999
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