Reflexiones del bombero
I
Arráncame, Señor, la incertidumbre
de no saber si piso vida o muerte;
que todo sea un sueño, y me despierte
perdido, alegre, entre la muchedumbre.
II
Tantas voces calladas, tantas manos
tendidas en la oscura, incierta ruina…
¿Dónde estará la voluntad divina,
mientras se extingue el pulso en mis hermanos?
III
Ya, consumido, no respira el fuego,
mi feroz, inequívoco enemigo;
contra el escombro hoy lucho, y le maldigo,
ladrón de víctimas que no doblego.
IV
Recojamos las piezas, una a una,
recomponiéndolas en nueva torre,
pero que nunca nuestra mente borre
al que inmolado fue sin culpa alguna.
V
Qué endeble y diminuta en esta lucha
se revela la inmensa maquinaria;
tal vez así aparece mi plegaria,
que aún alzada hacia Dios, Dios no la escucha.
VI
Señor, Señor, afable, omnipotente,
Dios del volcán, la tromba y el seísmo,
¿no existe en tu arsenal un mecanismo
que agite el suelo y lo abra suavemente?
Los Angeles, 14 de septiembre de 2001